El kilim se nos ha ido a vivir a una cabaña en las montañas de Noruega. La electricidad de esta cabaña la obtienen a través de paneles solares y el agua de un pozo. El kilim de los años 1950 lo tejieron tribus nómadas árabes asentadas en los alrededores de Shiraz, Irán. Estamos convencidas que va a estar calentito y muy a gusto.